Lo primero en lo que me fijo cuando intento diagnosticar por qué un diseño nos complica la vida, es su affordance. Sin duda, uno de los elementos más importantes del diseño. Sin la apropiada affordance el diseño del objeto fallará en algún grado.
Ejemplos típicos de objetos con una buena affordance serían un guante o un vaso. En todas las culturas tenemos un recipiente similar a un vaso que transmite rápidamente como beber su contenido.
¿Qué es la affordance?
James J. Gibson acuñó este concepto en la década de los 70 para indicar la propiedad que se puede percibir de un objeto que nos indica qué es lo que se puede hacer con él1. La affordance sería el uso potencial de un objeto en su relación con el entorno.
Gibson vinculó estrechamente el concepto a un entorno ecológico y dependiente de las capacidades físicas del sujeto (una escalera para un niño no es igual que una escalera para un adulto), pero a finales de los 80, Donald Norman catapultaría la affordance a la fama asociándola a los objetos cotidianos: puertas, teteras, cocinas, etc2. Con esta nueva visión, la fuerte dependencia en el físico del actor se distribuiría también en capacidades culturales como las creencias, valores, necesidades y experiencias anteriores.
Una definición más actual y glamorosa de la affordance, sería la capacidad de un objeto para invitarnos a utilizarlo. Podríamos definirla como una irresistible seducción al uso. Habría que notar que es una sugerencia de uso, no de posesión. La seducción a poseerlo creo que nos alejaría del tema.
¿Affordance en español?
El mismo Gibson, al acuñar el término nos confirmaba que “el verbo afford se encuentra en el diccionario, pero no el sustantivo affordance“. Afford en inglés significa ofrecer o permitir. Si una superfície es horizontal, suficientemente plana y resistente (una silla o una mesa, por ejemplo), esa superfície proporciona soporte y permite (affords) sentarnos. Esta acepción original nos conduciría a traducir affordance por ofrecimiento o permisividad, por ejemplo. Aunque el significado de estos términos no sería muy acertado.
No hay una traducción mayoritariamente aceptada, pero estos son algunos de los intentos: comprensión intuitiva, posibilidades, adecuación, manipulación directa, invitabilidad, provisión, ofrecimiento y potencialidad. Como esta tarea es más propia de gurús, seguiremos refiriéndonos a ella por el término inglés.
¿Cómo se producen las affordances?
A través de la affordance podríamos interactuar con un objeto sin necesidad de haberlo conocido con anterioridad. Tradicionalmente, para descubrir la funcionalidad de un objeto tendríamos que reconocerlo y categorizarlo para así inferir su uso. Mediante las affordances no es necesario reconocer el objeto, sino su funcionalidad a través de su imagen. (Aunque no sólo percepción visual. Pensemos, por ejemplo, en nuestra capacidad para estimar la longitud de un palo que cogemos por un lado, sin tocarlo por el otro, sólo balanceándolo desde un punto de sujeción.)
Todos los objetos nos transmiten instrucciones de como deben ser usados a través de sus formas, dimensiones, colores, texturas y materiales con los cuales han sido construidos. Otro ejemplo típico en estos casos son las puertas. A veces, no es obvio si se empujan o hay que tirar de ellas. Esa pequeña cantidad de información puede resolverse mediante un pomo (para tirar) o una placa lisa (para empujar) y, de esta manera, no sería necesario añadir señales de “empujar” o “tirar.”
La relación entre estas características y las necesidades del individuo en acción la podemos concentrar en dos conceptos:
- Visibilidad. Para poder realizar una acción sobre un objeto éste debe ser visible. Volviendo al ejemplo del pomo de la puerta, se acentúa esta propiedad cuando está colocado a la altura de la mano de una persona normal. Si estuviera colocado por encima de nuestras cabezas no trasmitiría un uso manual.
- Comprensión intuitiva. Debe ser evidente la parte del objeto sobre la que hay que realizar la acción y cómo hacerla. A nadie se le ocurriría agarrar un cuchillo por el filo o empujar una palanca (en vez de girarla); los niños se mueren de ganas por meter los dedos en los enchufes por ese mismo motivo3.
Semiótica de las affordances
En ocasiones, este acoplamiento entre sujetos y objetos descubre nuevos usos dependientes de las necesidades del entorno o del usuario. Cuando, por ejemplo, necesitamos sustituir un elemento que no tenemos a mano por otro. Por ejemplo, he percibido una affordance en los encendedores para abrir botellas de cerveza y, a juzgar por el siguiente video, hay gente que la ha percibido no sólo en los encendedores:
Además, estas negociaciones entre objetos y personas favorecen la organización y significación que hacemos del mundo. En virtud de las affordances que hemos desarrollado para una mesa y para un florero, no decimos “la mesa está bajo el florero”, sino “el florero está sobre la mesa”.
En resumen, tengamos siempre en cuenta las affordances en el diseño. Invitaciones al uso de los objetos. Cuando se aprovechan adecuadamente estas “sugerencias de uso”, “basta mirar para saber que hacer, sin tener que recurrir a figuras, etiquetas o instrucciones”. Me he resistido hasta el final, pero no puedo remediar el pensar en la affordance de unos pechos femeninos. ¿Hay algo con más affordance? ¡Hasta un recién nacido sabe lo que hacer con ellos4!
The Ecological Approach To Visual Perception, por James J. Gibson ↩︎
The Psychology Of Everyday Things, por Don Norman ↩︎
Los enchufes y los niños: que eso no se dice, que eso no se toca, por Carlos A. Scolari ↩︎
Makeminimal: Manual de Instrucciones, por Xema Mediocre ↩︎